Todos los seres humanos tenemos la capacidad innata de dibujar. El dibujo infantil es una parte fundamental de nuestro desarrollo hacia la comprensión del mundo que nos rodea y todos los niños dibujan, como medio de expresión y como juego. Sin embargo a medida que crecemos algo hace que muchos de nosotros renunciemos a esta capacidad de representación gráfica.

dibujo realizado por un niño de 2 años de edad, lleno de rayas que no se entienden
Dibujo de Luca, mi ahijado 🙂



No hay «una» razón, pero podemos poner atención en las escuelas que se han dedicado a capacitarnos en en el desarrollo de nuestra inteligencia lingüístico-verbal y lógico-matemática dejando de lado potenciar la capacidad de representación gráfica de cada uno de nosotros.

El dibujo se ha asociado al arte y a la estética relegando todas sus demás aplicaciones que no tienen una pretensión estrictamente artística. Esto condiciona nuestra manera de mirar nuestros propios dibujos y los que nos rodean, calificándolos de “buenos o malos” en base a cánones estéticos académicos como la proporción, el naturalismo, la composición o el equilibrio cromático. Quitando a aquellos cuya manera de dibujar encaja con estos parámetros o a quienes le importa muy poco las críticas, la mayoría acabamos concluyendo que “no sabemos dibujar” y abandonamos la práctica.

¿Debemos preocuparnos?

También para esta pregunta hay múltiples respuestas. Siguiendo la línea de lo hablado anteriormente, el dibujo no es exclusivamente una forma de arte. Es una herramienta para comunicarnos, un medio para resolver problemas, visualizar nuestras ideas, analizarlas, criticarlas, mejorarlas, crear ideas nuevas y compartirlas con otros. Cuando observamos algo con el propósito de dibujarlo, nuestra mirada es mucho más profunda; comprendemos el funcionamiento de las cosas y proyectamos nuestro pensamiento sobre el papel. El dibujo crea la necesidad de estudiar y responder a los detalles, estimulando la imaginación y el pensamiento.

Durante siglos ha prevalecido la idea de que la imagen no es más que un complemento del texto. El mismísimo Platón era un claro opositor de la imagen y no dudaba en afirmar que el lenguaje verbal es el único vehículo de la inteligencia. Sin embargo, ahora sabemos que lo visual constituye un lenguaje por sí mismo. El lenguaje visual y el lenguaje verbal poseen cualidades y aplicaciones diferentes y el hecho de que puedan complementarse o que un mismo mensaje pueda comunicarse a través de ambos lenguajes no significa que puedan sustituirse. Para determinados mensajes el lenguaje visual es más claro, directo y rápido, como demuestra el boom de las infografías o algo tan común como las señales de tránsito.

El dibujo es la forma más sencilla y directa de construir mensajes visuales y expresarnos gráficamente. Si lo entendemos como una habilidad humana universal y lo equiparamos al lenguaje verbal, resulta evidente la incoherencia que supone que renunciemos a utilizarlo. Nadie deja de escribir porque tenga ‘mala letra’ o porque no sea un gran escritor. ¿Por qué aceptar que estos mismos motivos justifiquen el que dejemos de dibujar? Al fin y al cabo escribir y dibujar no son tan diferentes si consideramos que las letras son grafismos.

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¿Cómo podemos recuperar la práctica del dibujo?

Es sencillamente una cuestión de práctica, práctica y más práctica, pero no es fácil ponerse directamente a dibujar por el placer de hacerlo, lo cual nos llevaría de nuevo al terreno del arte.
El objetivo principal debe ser perder el miedo a expresarse gráficamente, adquirir progresivamente mayor confianza y habilidad para representar nuestras ideas sobre el papel hasta incorporar la práctica del dibujo como un medio más de expresión útil en todos los ámbitos de la vida personal, académica y profesional.

Qué estás esperando para «Volver a Dibujar»?

Si enseñas a dibujar o conoces alguien que se dedique a incentivar a las personas en esta maravillosa actividad, envíale este post que agregaremos aquí debajo un enlace hacia su curso o taller 😉

Fuente: El clip infinito